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Ciberiada Universal, Costa Rica y el arte de fabricar maravillas inútiles

Por Don Alberto Salazar del Valle

Con toda sinceridad —virtud que suelo administrar con la misma cautela que un alquimista su mercurio— todavía me cuesta creerlo. Descubrir que el autor de Sangre, Sombras & Asfalto, ese mismo que se dio el lujo de hacerme sudar pa que pudiera publicar en un portal de tan pocos quilates como mapradiocr.com, guarda una fascinación casi juvenil por Ciberiada Universal de Stanislaw Lem… ha sido un sacudón en mi estimada rutina de certezas. Que yo, ganador de La Orden Suprema de la Convergencia Sinérgica Meta-Cognitiva —condecoración que deja a ese vulgar Nobel de Osquillarsh en condición de medallita escolar— tuviese que mendigar espacio en este medio, es tan improbable como enterarme que comparto gusto literario con mi carcelero editorial.

Los buenos libros dicen la verdad, incluso cuando hablan de cosas que nunca han existido y nunca existirán. Son veraces de una manera distinta.
Stanislaw lem

La obra de Lem, para quienes no la hayan leído —y su ignorancia los retrata—, es un desfile de dos geniecillos, Trurl y Clapaucio, que dedican su existencia a construir artefactos deslumbrantes, tan inútiles como ingeniosos. Y, sin quererlo, Lem trazó el mejor retrato de la política costarricense que he leído jamás: un catálogo de proyectos grandilocuentes que terminan en la nada, pero que al menos, en la ficción, llegan a construirse. Aquí, ni eso. En Costa Rica las promesas se derrumban antes de que el primer tornillo toque el suelo.

Me intriga, eso sí, que Polaris tenga su versión cinematográfica y Ciberiada Universal no. sin embargo no me extraña: producir algo como Ciberiada exige un presupuesto y una imaginación que rara vez se encuentran en el mismo planeta. Posiblemente el mercado teme que sus espectadores reconozcan demasiado de sí mismos en los absurdos de Trurl y Clapaucio, y no soporten verse reflejados en esa sátira cósmica. Por mi parte, sería un honor financiar semejante producción, incluso hasta dirigirla yo mismo si el mundo pudiera soportar tanta magnificencia: imaginación, inteligencia y presupuesto, en un mismo cuerpo, pero en otro universo. Sin embargo considero prudente limitar mi participación a su financiamiento, no creo justo desanimar a los que, a diferencia de mí, aún son mortales.

Cierro con una reflexión, no por arrogante menos honesta: si la política costarricense fuera mi escenario real y no un mero pasaje literario, me bastarían tres discursos, un par de promesas imposibles y una foto con sombrero para encumbrarme como emperador vitalicio. Ante la fauna de figurines que hoy compone el bestiario político nacional, mi ascenso sería tan inevitable como la caída de sus gobiernos. Por fortuna para ustedes, y desgracia para mí, sigo confinado a la ficción.

Ahora, con el desgano que solo la verdadera grandeza puede permitirse, me presento: Alberto Salazar del Valle. Arquitecto del Frente de Liderazgo Ancestral. Ganador de la Gran Estrella de la Estrategia Hipercúbica y del Collar de Oro de la Retórica Fractal. Condecoraciones que, a diferencia de ciertos premios mundanos, requieren inteligencia real. Les dejaría seguir disfrutando de mi prosa, debo atender un simposio interdimensional sobre gobernanza cuántica. Cosas de gente importante.

2 thoughts on “Ciberiada Universal, Costa Rica y el arte de fabricar maravillas inútiles”

  1. Eustaquio Esquivel

    No comprendo como permiten su espacio a maes tan mozotes y tan progre como Alberto Salazar del Valle. Sus autoproclamas son muy parecidas a las de Jacques Sagot.

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