por Valdo Jiménez.
una mirada diferente sobre el skate tico y el origen de un registro que marcó una época en la historia de una marca de patinetas.
La inquietud y el punto de partida
El nombre del corto surgió después de ver una película de surfing que siempre me gustó: 5 Summer Stories (1972). A partir de ahí nació la idea de hacer algo similar, desde el skate, se restó una historia y del surfing pasamos al skate. Así empezó 4 Historias de Patineta, el único video de skate que hasta la fecha tiene Nasional Skateboards.
Nasional nació en 2007, cuando noté que en Costa Rica ya existían shapers locales que fabricaban tablas de surf y la gente las corría con orgullo, aunque la influencia gringa seguía siendo fuerte. Con el skate no pasaba lo mismo: nadie había creado una marca de tablas de skate aquí. Me pregunté por qué. Si ya había marcas locales de surf, ¿por qué no podía existir una marca tica de skate? (al final las tablas se fabrican fuera del pais)
Así nació Nasional, en un momento difícil, porque no éramos parte del “círculo” del skate. Un grupo cerrado, hostil. Tampoco buscabamos aprobación, sino crear algo propio, con productos de calidad y una identidad que reflejara un ser tico que va más allá de la caricatura que tenemos de nosotros mismos. Desde el principio, la marca fue un intento por construir cultura en lugar de copiarla.
Años después, en 2014, decidí filmar 4 Historias de Patineta: un video para la marca, sí, pero también una oportunidad para explorar mi propia visión del skate tico. Quería mirar la escena desde un ángulo distinto, más humano, sin discursos aprendidos, sin frases recicladas ni poses. Lo que me interesaba era registrar lo que se casi no se estaba registrando, entender algo que me venía dando vueltas hacía años: por qué alguien sigue patinando en un país donde el skate no es prioridad para nadie fuera de la escena misma, donde el mercado es pequeño, las marcas locales sobreviven a pulso y la motivación muchas veces nace solo de la terquedad y la pasión.
Una estética coherente
Desde el inicio tuve claro que quería una estética homogénea de principio a fin. Es muy común —incluso en videos gringos— que la introducción sea impecable, y apenas arranca el video la calidad en imagen se desmorona. Muy pocos videos de skate en el mundo logran mantener una coherencia visual real de principio a fin.
Yo tenía una ventaja: estaba estrenando cámara y un par de lentes Rokinon. La mayoría de las tomas las hice con un fisheye y un 85 mm. El sonido de las entrevistas no fue el mejor, lo reconozco, sin embargo pese a sus fallas, el corto quedó como un registro honesto de una parte de la escena skate Tica que en pocas ocasiones ha sido retratada de esta manera.
Una mirada diferente
Muchos dicen que 4 HISTORIAS DE PATINETA ni siquiera es un video de skate, y en parte tienen razón. Hay entrevistas, los patinadores hablan, y lo que dicen está muy lejos del cliché: “el skate salvó mi vida” “el skate no es un crimen” o “somos una familia”.
Esa fue siempre la idea inicial: mirar el skate desde otro ángulo, sin repetir los discursos comunes ni fingir narrativas. Mostrar lo que yo consideraba realmente pasa.
Los relatos aparecen en el video de otra manera, pero a continuación les cuento el verdadero orden en el que se grabaron.
Las cuatro historias
Tony Sosa: la caída y la verdad
El relato de Tony Sosa fue el primero que se filmó, y su historia me ayudó a que la facultad aprobara mi tesis, el documental RUIDO, que más tarde sería selección oficial del Festival Internacional de Cine de Costa Rica en 2018. Ruido era un proyecto en el que solo yo creía. La facultad pensaba que sería otro clip estilo: “pornografía de la patineta”.
Cuando presenté los casi tres minutos del segmento de Tony Sosa en el auditorio de la universidad—parte de 4 Historias de Patineta—, varios profesores no podían creer que yo lo hubiera hecho. La idea original era crear cuatro historias sobre personas cercanas a Nasional, gente que patinaba nuestras tablas y recibía accesorios de la marca.
La historia de Tony gustó mucho por la honestidad con que hablaba. No era un relato edulcorado: hablaba sin filtros, en un momento de su vida en el que estaba descontrolado. Patinar se le hacía difícil. En una ocasión llegué a contar varios cientos de intentos, repartidos en varios días, para un truco que en otro momento habría caído en una hora. Ese descontrol lo llevó a perder cosas, y eso, curiosamente, fue lo más poderoso del relato.
La historia lo muestra deambulando por espacios abandonados, rodando a toda velocidad por la ciudad. Su segmento de acción termina con muy pocos trucos logrados, reflejo directo del momento personal que estaba viviendo. Ahí, precisamente, radica la fuerza de esa parte: era real.
Kako Vega: equilibrio entre crítica y visión
La segunda historia fue la de Kako Vega. No se lanzó inmediatamente después de la de Tony; las partes no salieron como un solo cortometraje, sino separadas. La suya sí aborda lo que mencioné antes: la necesidad de entender por qué alguien sigue patinando en un país donde el skate no es prioridad para nadie.
La historia de Kako mantiene un equilibrio interesante: crítica y visión personal en la misma línea. Años después, al volver a verla, veo algo que me parece muy curioso. La escena skate en Costa Rica —y en el mundo entero— es difícil. No es fácil entrar ni sostenerse en ella.
Estoy convencido de que en este país hay un antes y un después de Nasional Skateboards. No lo digo por ego, sino porque el proyecto planteó otra forma de relacionarse con el skate y los patinadores: una idea distinta, un objetivo más cultural que comercial. Cuando nació, ya existían otras tiendas que ni siquiera producían sus propios productos, su única misión era lucrar, sin importar a quién pasarle por encima para conseguir sus metas. Esa mentalidad se nota en parte en lo que dice Kako en su historia.
Esteban Quesada: la memoria de una vida patinando.
El tercer relato fue el de Esteban Quesada, y lo que buscaba con él era dejar constancia de alguien que ha patinado por décadas en un país sin grandes incentivos para hacerlo. Esteban empezó en los 80, vivió los cambios globales y locales del skate, las distintas olas de popularidad, y también las crisis. Hubo momentos en que ser skater no era para nada bien visto.
Su relato ofrece un contraste interesante: lo que fue el skate en los 80 frente al contexto de 2014, cuando grabamos su parte. Es un retrato de cómo funcionaba la escena tica y, de paso, de cómo funcionaba la sociedad. La de aquellos jóvenes que no encajaban en la “normalidad” y cómo esa rebeldía evolucionó con el tiempo.
La Calle: el personaje que faltaba
La última historia iba a ser sobre una persona específica, pero no se concretó. Y fue lo mejor. Faltaba una historia y decidí que el protagonista fuera la calle misma.
La calle es el punto en común de todo patinador, no solo en Costa Rica, sino en cualquier parte del mundo. Siempre cambia, siempre presenta nuevos obstáculos, y para lograr un truco o una escena hay que lidiar con todo tipo de circunstancias.
Me parece un cierre muy acertado, porque se aleja de esa visión romántica del patinador como vaquero invencible de la ciudad. Aquí la calle se muestra como lo que realmente es: un espacio vivo, impredecible, donde coexisten quienes ruedan, quienes trabajan y quienes sobreviven de lo que encuentran, incluso dentro de los basureros.
Más allá del corto
4 Historias de Patineta no es un manifiesto; es una postal de una época. No es una pieza perfecta, pero sí un registro honesto de una escena que pocas veces se muestra sin filtros. Es un documento, y con suerte alguien lo descubrirá o redescubrirá en la red algún día.
El corto también es una de las semillas que dieron forma a MAP (Música, Arte & Patineta), la serie de siete episodios que nació después de este proyecto y que se consolidó con la presentación del documental Ruido.
La pieza de Tony Sosa, junto con otros trabajos relacionados con las patinetas —como Tenochtitlán según Pelukaz, grabada en México en 2015 y narrada por Eduardo Martínez “Pelukaz”, uno de los protagonistas de Te Prometo Anarquía— me abrió puertas años después. Gracias a esos proyectos pude participar en un taller organizado por la Comisión Fílmica de Costa Rica y dirigido por los guionistas de la serie española Cuéntame Cómo Pasó y otras producciones.
Lo que me dio verdadera tranquilidad fue saber que los propios guionistas españoles eran quienes escogían directamente a los participantes, basándose en las biografías y los trabajos enviados. No había espacio para la “mano negra”, ni para los amigos de los amigos de las vacas sagradas del cine local. Era un proceso limpio, y eso lo hizo aún más valioso.
Ser elegido confirmó algo que yo siempre tuve claro y que en este país suele pasarse por alto: Lo que para muchos en Costa Rica no tiene valor, a mí me permitió llegar a espacios donde solo entra quien tiene algo que decir, algo que mostrar. Señal concreta de que el camino recorrido tenía sentido.
No me veo filmando otro clip de skate. La escena cambió. Me cuesta entenderla. Ya conté lo que quería contar en el skate, pero lo visual sigue siendo clave. Lo que Nasional necesita ahora son otras imágenes, otras formas de mostrar lo que somos.