por Valdo J.
EL DÍA QUE ARMANDO MANZANERO NO VINO, PERO IGUAL HUBO SERENATA
Un 28 de diciembre del 2020, todavía en pandemia, y sonó el teléfono, al que en muy pocas ocasiones le presto atención. Un compinche me llamó para ponerme al tanto de la última la noticia: “se murió el maestro Armando Manzanero”.
Afuera caía la tarde y el toque de queda estaba cercano. No había salvo conducto, ni mascarilla, ni excusa para salir, pero sí una certeza: teniamos que grabar un homenaje, sí o sí. No se trataba de programar una sesión más de MAP RADIO, sino de hacerle justicia a un titán de la canción en medio del encierro.
El problema era logístico y tragicómico. El station wagon mexicano que usaba por entonces de color ROJO. Estaba en las últimas: sin forros en las puertas, con cables colgando y una sola ventana, la del conductor, que abría a puro milagro. Pero no había forma de decir que no.
En cuestión de minutos ya estaban confirmados dos aliados: el mítico Marquillos, ingeniero que estudió en Rusia y guitarrista de barra, y Osquitar, nuestro cantinero favorito.
El punto de encuentro sería la cantina más clandestina y a la vez más expuesta de Alajuela, ese refugio donde pasamos la pandemia entre cerveza, cables y grabadoras.
El episodio arranca ahí, con esa energía de improvisación total.
Primero el llamado en ruso: “atención oyentes eléctricos” dando la entrada, luego, sin mucha ceremonia, la frase que abre el especial:
“Estamos en uno de los lugares más místicos que tiene Alajuela… montones de historias con el mítico Piro, Marcos y Óscar.”
A partir de ese momento el espacio entero era devoción pura y entretenimiento para toda la familia.
Despues de las primeras cervezas, alguien recuerda que es Día de los Inocentes, y la conversación deriva hacia Doña Virginia y Don Piro, dos personajes que parecen salidos de una radionovela, radionovela que en su momento Markillos peloteo, aun no se materializa:
“Mae, 28 de diciembre, Día de los Inocentes, programa mítico, el último del año… Bueno, primero que todo, saludos a Doña Virginia, que sabemos que nunca voy a escuchar a esta transmisión…”
La historia crece entre bromas y carcajadas: Don Piro enamorado, Virginia diciéndole que no, y la pandilla burlándose con ternura.
Todo el humor y el cariño se mezclan con una nostalgia que, sin avisar, desemboca en la noticia del día: HA MUERTO ARMANDO MANZANERO.
Ahí el tono cambia. Marquillos toma la palabra con respeto:
“Sí, efectivamente, recién morido, hace poquito nomás, iba a venir aquí, a las tres y resto de la madrugada, le tocaba venir… descansó Don Armando Manzanero.”
No hay solemnidad impostada, sino gratitud sincera.
Hablan de su música, de cómo sus letras acompañaron generaciones, de cuántos usaron sus frases para enamorar o para intentar hacerlo.
“Uno de los compositores más amplios de toda Latinoamérica —dice Marquillos—, dejó un legado gigantesco, que lo interpretaron muchísimos cantantes, que hizo cine, que hizo música, que compuso, que tocó el piano de forma magistral.”
El homenaje se hizo en vivo, pero no se transmitia mas alla de las puertas de aquella cantina clandestina que hoy ya no existe, con cerveza y emoción. Sin guion, sin libreto, solo con el cariño de quienes crecieron oyendo a ese gigante.
Y cuando el ambiente se relaja, llega el humor inevitable: una serenata improvisada, un poema delirante y la revelación de que Marquillos, además de guitarrista, habla ruso.
“¿Cómo se diría ‘atención oyentes eléctricos’ en ruso?”, pregunta alguien.
“Astrosna električesky slušatelni”, responde él…
Este episodio es parte del top 10 de lo mas escuchado en MAP RADIO RADIO PACHUKO: un tributo grabado con cierta premura pero con amor y desparpajo, en medio de una pandemia, entre amigos que nunca perdieron las ganas de reír ni de rendir homenaje a su manera.
Con un carro medio destartalado que nos camuflo muy bien de vuelta a la casa pasadas las 9 de la noche.
Un capitulo que terminó convertido en un documento de cariño popular: la despedida bailandonos al bicho, un maestro inmortal.
Los invitamos a escuchar el podcast, casi una hora que vale muchisimo la pena.