por Tomas Oreamuno
josé maría villalta es el retrato clásico del político profesional. Su vida entera ha girado en torno al Estado: asesor parlamentario desde los 23 años, luego diputado, después profesor universitario y miembro de consejos universitarios. Nunca ha tenido que pagar planillas, arriesgar capital propio ni sostener una empresa. Su salario y privilegios han estado siempre asegurados gracias al contribuyente.
Y ahí surge la pregunta incómoda: ¿por qué alguien se convierte en político profesional? La respuesta es simple: para amasar poder, sostener un partido que no cambia nada de fondo, mantener la maquinaria mínima que garantice tener, al menos, un representante del frente amplio en el bunker de cuesta e moras. El frente amplio funciona así: reclutan jóvenes, les venden consignas como verdades reveladas, esperando que de alguna camada salga el próximo villalta.
Ese es el guion de la izquierda global: hablan de justicia social, de ambiente, de causas nobles… pero rara vez predican con el ejemplo. Y en Costa Rica, eso ha tenido consecuencias directas. La Ley de Usura, defendida por villalta junto a welmer ramos, expulsó a miles de personas del crédito formal y las empujó a la trampa de los préstamos “gota a gota”. Hoy esos préstamos —importados del crimen organizado— son un factor reconocido de inseguridad nacional: violencia, extorsión, amenazas y hasta asesinatos [Observador.cr, 2023]. La ley que supuestamente venía a proteger a los más vulnerables terminó dejándolos más indefensos.
No solo dudo del criterio de villalta para legislar en favor de los trabajadores y las minorías que dice defender; también pongo en tela de juicio su autoridad para hablar de ambiente. Crucitas es la prueba más clara: se opusieron a la minería industrial, pero no ofrecieron soluciones contra la minería ilegal. El resultado: un desastre ambiental y social que hoy seguimos pagando [Delfino.cr, 2019]. Lo suyo es pose, la típica pose del político profesional. Puede gritar en el Plenario: “¡Páguenle a la Caja!”, aún sabiendo que no ocurrirá. Eso no importa. Lo que importa es la foto, la consigna, el performance. Ante sus seguidores, basta con ese grito para vestirlo de mártir moderno: la Juana de Arco tropical que no prende hogueras, pero sí discursos que se consumen en el aire.
Crucitas espejo perfecto de la política nacional: corrupción en la entrada, abandono en el desarrollo y utopía en el desenlace. El proyecto arrancó torcido desde el inicio, con un decreto de óscar arias y su ministro roberto dobles que violaba toda lógica ambiental y legal. Eso terminó en tribunales, con condenas por prevaricato, demandas millonarias contra el Estado y años de arbitraje internacional [Ambientico, UNA; El País.cr, 2025]. La vieja política entregó el oro del país al 2% de comisión, como si fuera un negocio de cantina.
En ese escenario apareció el frente amplio, que convirtió el “No a Crucitas” en su cruzada ambiental. Celebraron la anulación de la concesión como si fuera una victoria histórica. Pero la historia no terminó ahí: al frenar el proyecto industrial y no proponer una salida real, dejaron la zona convertida en tierra de nadie. Hoy Crucitas es sinónimo de mercurio en los ríos, bosques arrasados, minería ilegal, trata de personas, crimen organizado y hasta muertes dentro de túneles improvisados [El Mundo.cr, 2023]. Lo que el frente amplio llamó “defensa ambiental” terminó siendo un abandono político que multiplicó el desastre.
El presente no deja dudas: la Municipalidad de San Carlos clama por soluciones, mientras el gobierno tiene que enviar cien policías a cuidar un hueco en la montaña, quitándolos de las calles donde deberían estar combatiendo la delincuencia común.
Por otro lado, en la Asamblea Legislativa, el frente amplio se dedica a frenar los proyectos que podrían dar una salida integral, llenando el expediente 24.717 con mociones dilatorias que retrasan cualquier decisión de fondo [Observador.cr, 2023].
La ironía es que, al mismo tiempo, impulsan la idea de un “Polo de Desarrollo Sostenible” con geoparque, museo natural, fideicomiso y hasta activos digitales respaldados por oro que no se puede tocar [El País.cr, 2025]. Un guion perfecto para una película de ciencia ficción, pero no para un país que necesita seguridad, empleo y orden. Esa es la constante: discursos que se leen bonitos en papel, pero que en la práctica no salvan ni un árbol ni una vida.
Crucitas demuestra el estilo villalta y del frente amplio: pura pose. Gritan contra lo que existe, frenan lo que podría ser y ofrecen a cambio un espejismo de consignas. Resultado: el oro sigue bajo tierra, las mafias lo siguen sacando y el Estado sigue ausente. Una victoria política que se transformó en derrota nacional.
OGMs: cuando la ley castiga al pequeño y protege al gigante.
En Costa Rica, la paradoja llega al extremo cuando hablamos de semillas y transgénicos. Un agricultor que siembra sus propios tomates con semillas criollas y los lleva a la feria del agricultor se expone a sanciones, porque la normativa lo trata como si estuviera fuera de la ley [Corte IDH, 2014]. En cambio, a las grandes corporaciones de semillas transgénicas se les permite entrar al país como si fueran turistas de lujo: los cargamentos entran disfrazados como “grano” en lugar de “semilla”, eludiendo controles básicos y con el derecho de mantener su información técnica en secreto, gracias al artículo 132 del Reglamento a la Ley de Protección Fitosanitaria.
El resultado es grotesco: el campesino pequeño, que preserva la biodiversidad real del país, termina criminalizado. Mientras tanto, empresas como Monsanto o Syngenta gozan de un blindaje legal que les permite imponer su modelo agrícola sin transparencia ni rendición de cuentas. Lo que debería ser un marco para proteger la producción nacional se convierte en una camisa de fuerza para los productores locales y en una alfombra roja para el agronegocio global.
El frente amplio y josé maría villalta han hecho de este tema una bandera política, declarándose los grandes defensores de las semillas criollas. Pero la incoherencia es la misma que en Crucitas: mucho discurso, poca solución. Porque mientras gritan “No a los transgénicos”, los agricultores siguen sin poder vender legalmente sus tomates o frijoles de semilla propia en la feria, bajo la amenaza constante de multas. No se resolvió el problema de fondo: se dejó al agricultor independiente atrapado en un marco legal que lo castiga, mientras los gigantes semilleros siguen avanzando por los portillos del sistema.
Lo que tenemos es otra pose. Una lucha ideológica que se queda en la consigna, pero que nunca aterriza en medidas prácticas para proteger al productor pequeño. En el papel, el frente amplio defiende al campesino; en la vida real, ese campesino sigue siendo tratado como sospechoso mientras el verdadero poder del mercado queda intacto.
josé maría villalta no se parece tanto a un servidor público como a un producto político cuidadosamente empaquetado. Su materia prima no son soluciones, sino banderas. Cada crisis es una oportunidad: Crucitas, los OGMs, la Caja, el agua, el TLC. Lo importante no es resolver nada, sino posar en la foto, encabezar el discurso, salir como protagonista en la crónica de turno.
Esa la gran ironía: su éxito depende de que los problemas sigan abiertos. Porque si se resolvieran, se desmoronaría su escenario. Sin mineros ilegales, sin agricultores perseguidos por vender sus tomates, sin mafias saqueando el oro, villalta perdería la excusa para encaramarse en la curul. Lo suyo no es vocación de servicio: es vocación de campaña. Un político profesional que necesita que el país arda un poco para seguir vendiéndose como el bombero que nunca apaga el fuego.
En política, como en el basketball, no importa solo cuántos puntos anotás, sino cuántos tiros fallás para llegar ahí. Un jugador puede terminar un partido con 40 puntos, pero si tuvo que lanzar 100 veces para conseguirlos, su efectividad es patética. Eso pasa con josé maría villalta: presumen decenas de proyectos de ley en sus dos periodos como diputado, pero cuando se revisa el marcador, la mayoría nunca entraron al aro.
De los pocos que sí se convirtieron en ley, el récord no es precisamente brillante. El expediente 20.861, la famosa Ley de Usura, expulsó a miles de costarricenses del crédito formal y abrió la puerta al gota a gota del crimen organizado [Observador.cr, 2023]. El expediente 21.787, que pretendía estimular la inversión pública, quedó congelado en comisiones. El expediente 22.842, sobre herencias y donaciones, se aprobó, sí, pero con un impacto marginal que no cambia la vida cotidiana de los trabajadores que villalta dice defender. Y el expediente 22.964, reforma a la Ley del Cannabis Medicinal, se convirtió en ley, pero como fruto de un consenso multipartidista donde villalta apenas figuró entre varios proponentes.
En el papel, son “puntos” que sumar a la estadística. En la realidad, es el equivalente a un jugador que lanza cien veces para meter un par de canastas mal hechas. El estilo villalta es volumen, no efectividad: llenar estadísticas, aparecer en la foto, inflar el número de intentos. Sin embargo cuando se mide la eficacia real, la cuenta es pobre y a veces contraproducente. Un político profesional que juega para la crónica, no para ganar el campeonato.
Monedero, el personaje
En su afán de mostrarse como referente de una izquierda global, villalta decidió llevar a la Universidad de Costa Rica a juan carlos monedero, cofundador del partido español Podemos. El problema es que monedero no es un académico neutral ni un pensador respetado en su país: es un personaje cada vez más repudiado en España, marcado por escándalos de corrupción, denuncias de acoso sexual y un historial político que terminó en desastre.
En 2015 fue acusado de recibir 425.000 euros en pagos opacos por asesorías a los gobiernos de Venezuela y Nicaragua, que nunca pudo justificar [ElDiario.es, 2015]. Ese fue uno de los primeros golpes que desacreditó a Podemos como el partido “puro” de la nueva política. A eso se sumaron denuncias internas y mediáticas por acoso sexual, que todavía hoy persiguen su figura.
Para completar el cuadro, monedero no tuvo reparo en aparecer bailando en tarima junto a nicolás maduro, tras unas elecciones que no solo fueron “cuestionadas”: fueron un fraude electoral descarado. El mundo entero sabe que en Venezuela no hay democracia y que ese proceso fue un robo en toda regla. Sin embargo, monedero celebró a maduro como un aliado, blanqueando con su presencia lo que en realidad fue una estafa al pueblo venezolano.
Ese es el personaje que villalta eligió traer a la UCR, como si Costa Rica necesitara referentes de un partido que en menos de diez años pasó de ser “esperanza ciudadana” a convertirse en sinónimo de clientelismo, fracaso electoral y desprestigio social. La pregunta es inevitable: ¿qué modelo político quiere importar villalta? ¿El de Podemos, que encumbró a pablo iglesias e irene montero para luego hundirlos en el repudio de la opinión pública? ¿O el de maduro, que usa las urnas como decorado de un fraude? ¿porque llevaría a semejante personaje a dar una charla a estudiantes universitarios de la UCR?
Si el perfil de monedero ya dejaba en claro la podredumbre detrás de Podemos, sus “grandes logros legislativos” terminaron de hundir al partido en el ridículo. La izquierda española, con el mismo desparpajo con que celebraba bailes con maduro, convirtió el Parlamento en un laboratorio de ocurrencias que afectaron la vida real de millones de personas. El resultado fue un catálogo de leyes mal diseñadas, tan ruidosas en el discurso como torpes en la práctica, que hoy son recordadas más por el daño que causaron que por la justicia que prometían.
El legado envenenado de Podemos
Podemos vendió en España la idea de que haría “historia” con leyes progresistas. El resultado fue un catálogo de errores que hasta su socio de gobierno, pedro sánchez, terminó calificando de desastrosos.
La llamada Ley del “Solo sí es sí” fue presentada como un triunfo feminista, pero su deficiente redacción provocó la reducción de penas y la liberación anticipada de más de 1.300 agresores sexuales. Lo que debía proteger a las mujeres acabó devolviendo a las calles a violadores convictos [BBC, 2023]. El propio pedro sánchez, presidente del gobierno español, la describió como “el mayor error” de su mandato.
La otra joya fue la Ley Trans, que convirtió la identidad de género en un simple trámite registral: bastaba con una declaración personal para cambiar de sexo legal, sin informes médicos ni procesos de acompañamiento. Magistrados españoles la calificaron de “caos jurídico” [HayDerecho, 2022; NuevaRevista, 2023]. La experiencia demostró lo absurdo de la norma: incluso creadores de contenido se registraban como mujeres solo para evidenciar el disparate.
Lo más grave es que la ley prohíbe expresamente que el funcionario que recibe la solicitud cuestione, dude o intente verificar la legitimidad del cambio de sexo. Hacerlo se considera una infracción sancionable, con multas elevadas y posibles consecuencias disciplinarias.
En otras palabras, el Estado obliga a que todo trámite se acepte a ciegas, castigando incluso la cautela. Como bien señaló un magistrado del Tribunal Supremo en una comparecencia reciente que hemos compartido antes de este bloque de texto. Lo que no solo erosiona la seguridad jurídica, sino que convierte a la administración en un notario pasivo de cualquier capricho.
Una ley que debía garantizar derechos terminó generando inseguridad jurídica, rechazo social y una cascada de situaciones ridículas que minaron la confianza en el propio sistema legal.
Todo este recorrido —de Crucitas al fiasco de los transgénicos, de la Ley de Usura al desfile de monedero y los experimentos fallidos de Podemos— dibuja un mismo patrón: la política de pose. villalta y el frente amplio convierten cada crisis en un escenario, cada problema en una bandera, cada error ajeno en una oportunidad para la consigna. Cuando se revisa el saldo real, no hay soluciones duraderas, solo la repetición de un guion que se alimenta de mantener los conflictos abiertos. Es aquí donde se entiende mejor qué significa ser un político profesional en el peor sentido del término.
josé maría villalta es el epítome del político profesional: alguien que vive de la consigna, no de la solución. Sus “logros” legislativos son como tiros fallados en un partido interminable de basketball: mucho intento, poca efectividad, y cuando mete la bola —como con la Ley de Usura— termina hundiendo más al equipo que al rival.
En el campo ambiental, la gran cruzada del frente amplio contra Crucitas quedó como símbolo de la incoherencia: se frenó la minería industrial, pero sin una alternativa real se dejó la zona en manos del crimen organizado y el mercurio. En agricultura, su discurso contra los transgénicos convive con un marco legal que castiga al campesino mientras abre portillos a las multinacionales. En el plano internacional, su apuesta por referentes como monedero y podemos conecta al frente amplio con modelos que terminaron en descrédito, corrupción y leyes fallidas.
En resumen, villalta no representa una alternativa, sino un producto: un político de vitrina que necesita causas eternas para seguir en campaña siempre. Su vocación no es resolver problemas, sino administrarlos como combustible para su propio personaje. En este guión, cuanto peor le vaya al país, mejor le irá a él. Un político profesional de manual: eficaz para sí mismo, inútil para los demás.
Referencias
Ambientico. (2020). Proyecto minero Crucitas: lo que sucedió y lo que pudo ser. Universidad Nacional de Costa Rica. https://www.ambientico.una.ac.cr/wp-content/uploads/tainacan-items/5/21760/210_3-4.pdf
Asamblea Legislativa de Costa Rica. (2025). Currículum José María Villalta. https://www.asamblea.go.cr/Diputados/villalta_flores_estrada/SitePages/Curriculum.aspx
BBC News Mundo. (2023). ¿Por qué la ley “Solo sí es sí” de España está dejando a delincuentes libres? https://www.bbc.com
Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). (2014). Informe sobre transgénicos en Costa Rica. https://www.corteidh.or.cr/tablas/r33618.pdf
Delfino.cr. (2019). El caso Crucitas: de principio a fin. https://delfino.cr/2019/02/el-caso-crucitas-de-principio-a-fin
El Diario.es. (2015). Podemos y el caso Monedero: pagos opacos por asesorías en Venezuela y Nicaragua. https://www.eldiario.es
El Mundo.cr. (2023). Crucitas en crisis: alcalde acusa al Frente Amplio de frenar solución con maniobras parlamentarias. https://elmundo.cr
El País.cr. (2025). Crucitas sin minería ni destrucción ambiental sería polo de desarrollo sostenible. https://www.elpais.cr/2025/06/14/crucitas-sin-mineria-ni-destruccion-ambiental-seria-polo-de-desarrollo-sostenible
Hay Derecho. (2022). Efectos indeseados de la Ley Trans. https://www.hayderecho.com/2022/11/21/efectos-indeseados-de-las-leyes-ahora-la-ley-trans
Nueva Revista. (2023). Diez razones contra la Ley Trans. https://www.nuevarevista.net/diez-razones-contra-la-ley-trans
Observador.cr. (2023). Proyecto para permitir la exploración y explotación de oro en Crucitas sigue atascado en comisión legislativa. https://observador.cr
Ósea el problema de las leyes que él presenta es que no las aprueban las otras 56 personas que están en la asamblea?
No es más culpa de estas? Ta medio raro el análisis
¿De verdad su conclusión es que el problema es de los otros 56 diputados?
Permitame la duda: o no entendiste el texto, o no quisiste entenderlo.
Mi análisis no se limita a contar cuántos proyectos presentó Villalta. Está documentado con fuentes y demuestra cómo las leyes que sí impulsó —como la famosa Ley de Usura— terminaron dejando más gente fuera del crédito formal y abriendo la puerta al gota a gota del crimen organizado. Eso no lo invento yo: lo dicen economistas, la SUGEF y el propio Ministerio de Seguridad.
¿Y Crucitas? Ahí está el Frente Amplio celebrando una “victoria histórica”, mientras la realidad es mercurio en los ríos, mafias en la montaña y hasta muertes en túneles ilegales. ¿Eso también es culpa de los otros 56?
Ni hablar de que su partido votó en contra de señalar al Cártel de los Soles de Maduro y Cabello como organización criminal, o de que Villalta consideró brillante traer a Juan Carlos Monedero —personaje hundido en corrupción, acoso y bailes con Maduro tras un fraude electoral— a dar cátedra en la UCR.
Así que no, no es “medio raro” el análisis. Lo raro es seguir defendiendo a un político profesional que vive de la consigna, posa de mártir y en veinte años no tiene resultados que mejoren la vida de los costarricenses.
Un legislador tiene deberes de fiscalización, control político, construcción de consensos y, sobre todo, capacidad de diseñar leyes sólidas. Si sus proyectos nunca avanzan, el problema no es solo “los otros 56”: también es de fondo, de calidad y de estrategia política.
Cualquiera puede llenar el expediente legislativo de papeles. Lo difícil es lograr que esos proyectos pasen los filtros técnicos, jurídicos y políticos. Si un diputado en veinte años no logra consolidar una agenda seria, no puede echarle toda la culpa a los demás. Eso se llama ineficacia.
Hay diputados de partidos minoritarios que han logrado aprobar leyes clave en Costa Rica porque supieron negociar y construir mayorías. ¿Por qué Villalta no? Porque su estilo ha sido más de pose y consignas que de acuerdos efectivos.
A Villalta no le interesa construir liderazgo para dirigir el país, le basta con asegurar las cuotas mínimas de poder que lo mantengan en la Asamblea. Esa es la lógica del Frente Amplio: garantizar curules, reciclar cuadros y sostener la maquinaria universitaria que les produce “bases” cada cuatro años. Lo que antes criticaban como “los mismos de siempre” se les devolvió en el espejo: hoy son parte del mismo engranaje que juraban combatir, con Villalta convertido en un eterno diputado profesional que vive de la política como carrera, no como servicio.